jueves, 13 de febrero de 2014

EL PEQUEÑO YONA Y EL BOSQUE DE QUÉ HARÍAS SI...

PARTE 3

...¡oh no!, maestro, vamos, escondámonos en las rocas, ¡es él! - gritaron Zinrodoc y Pito casi al unísono.
- Pero ¿qúe pasa?, ¿quién es él? - preguntó Yona al tiempo que emprendía la carrera junto al resto de acompañantes hacia un gran bloque de piedras que había a unos cien metros -. ¿Qué son esos ruídos, son pisadas?, ¿parecen pisadas?. Pero...¡de algo muy grande!. ¡Tiembla el suelo!. ¿Qué es eso señor Añarasum...
- ¡Corre Yona!, no mires atrás. ¡Solo ponte a salvo! - voceó el viejo Añarasum entre jadeos por la falta de aire durante la carrera.

  Yona corrió cuanto pudo hasta llegar a las rocas. Sin duda los gritos de Añarasum y el vuelo despavorido de sus amigos le habían alertado sobremanera, de tal forma que olvidó prácticamente la seguridad del resto hasta que creyó estar a salvo. Entonces se dio cuenta de que los otros no habían llegado. El ruido de pisadas era mucho mayor y cada vez más próximo. Intentando recuperar el ritmo de respiración, hiperventilando hasta casi marearse, se volvió hacia el camino recorrido.

- ¡ No!. ¡Corra señor Añarasum!, ¡corra! - gritó Yona histérico ante lo que estaba viendo -. ¡Está alcanzándolo, corra!.

  Lo que venía corriendo hacia él, a punto de dar caza a su viejo y reciente amigo, era una criatura gigantesca humanoide que hacía unos movimientos terroríficos agachando la cabeza y ladeando su cuerpo al tiempo que corría. Entre la emoción y el desconcierto del momento fue capaz de apreciar un tremendo parecido entre esa bestia y un trol de peluche que tenía desde hacía años. Antes de que Yona pudiera reaccionar, el coloso se puso a la altura de Añarasum y lo volteo con su tremenda mano hasta que el viejo roedor quedó tumbado a merced de aquel monstruo. Sin vacilar ni un instante, aquel engendro tomó el pequeño cuerpo con dos de sus deformes y enormes dedos y se llevó su presa hasta la boca, devorándolo sin piedad.

-¡No!, ¡Añarasum!, ¡dios! - balbuceo entre gritos y sollozos el chico.

  La horrible criatura se percató de su presencia por los gritos de terror y llantos y se puso en marcha hacia él. Yona pudo distinguir como se relamía los labios ensangrentados antes de darse la vuelta y empezar a correr como nunca antes lo había hecho. Tremendos escalofríos recorrían su columna vertebral. El nivel de excitación era tal que sus músculos y articulaciones estaban funcionando con una sincronía mecánica casi perfecta y más bien parecía que volara y no que corriera, ligero y potente. Corrió y corrió hasta que llegó a un pequeño claro florecido y regido por un bello y ovalado lago que interrumpió su concentración y empeño en la huída. Detuvo entonces el paso para mirar atrás con la esperanza de no encontrarse con el depredador acechando aún. En efecto, no había ni rastro de la bestia. Ni siquiera las vibraciones de las pisadas de aquel ogro gigante se podían apreciar ya. Así que Yona se detuvo e inclinó su cuerpo hacia adelante, apoyando sus manos en las rodillas, para poder respirar y recuperarse del trance. Sin apenas claridad de ideas, a causa del excesivo bombeo sanguíneo desatado en su cerebro, tuvo la visión del trol devorando a su amigo y rompió a llorar mientras se dejaba caer hasta el suelo, recostando su cara en la hierva y sembrando de lágrimas aquella tierra incierta. Ahora se acordaba de las advertencias de sus padres y de las terribles vivencias contadas sobre aquel lugar. ¿Por qué Añarasum y los demás se habían extrañado tanto cuando les habló de seres monstruosos que se decía habitaban en el bosque?, casi haciéndole parecer un cándido crédulo por atender a esas bobadas. Desde luego ellos conocían de la existencia de la bestia porque le habían alertado a él al oír los pasos.
  Cayó en la cuenta de que no solo había perdido a su amigo roedor. Los dos entrañables pajaritos tampoco habían dado señales después de lo ocurrido. Le invadieron nuevamente sentimientos de tristeza de pensar en un fatal final también para ellos y no pudo sacar fuerzas para levantarse y pensar en qué hacer para salir de allí y volver a casa lo antes posible.  Los lamentos empezaron a nublar sus pensamientos y su vista se fue apagando. Estaba teniendo una sensación extraña y placentera a la vez. Nada parecía importar de repente, sus preocupaciones se difuminaban en el olvido y una deliciosa sensación de relajación le invadió, hasta tal punto que creyó estar levitando en el aire, bueno más bien en el espacio, porque no parecía tener el tacto del aire ni de nada, tan sólo podía apreciar la inmensidad del vacío. Podía ver su cuerpo desde fuera, como espectador de la realidad, algo realmente extraño y familiar a la vez. Después de eso perdió el conocimiento y entró en un túnel vertiginoso repleto de sueños y escenarios confusos, mezclando sus traumas recientes con situaciones familiares, extraños seres uniformados con batas blancas, enormes salas frías y desoladas que de repente aparecían repletas de gente moribunda que le atormentaban, y un sin fin de irrealidades terroríficas.

-Oye, Yona, ¿Estás bien?, respóndeme - alguien abofeteaba sensiblemente su cara para reanimarlo -. No sé, chicos, creo que no despierta. ¿Qué opináis?.

  Yona entre abrió los ojos y percibió una pequeña silueta junto a él. Al fin pudo ver con claridad y reconoció, o creyó reconocer, a Añarasum, la pequeña musaraña que había visto morir hacía...no sabía cuánto tiempo porque tenía la sensación de haber dormido una eternidad. Se sobresaltó y se puso de rodillas primero y de pié de un salto después.

- ¡Añarasum!, ¿eres tú? - preguntó Yona. Sus dudas se despejaron al ver a los dos alados revoloteando ahora alrededor suya -. ¿Y vosotros?...

- Tranquilo Yona, has tenido una extraña reacción al ver quién venía y has perdido el conocimiento. Ahora descansa un poco y reponte del lance - aconsejó el sabio Maestro.

- Pero, ¿qué dice señor?, ¿cómo que una extraña reacción?...¿y qué pasa con ese monstruo?, pero ...si tú estás m... ¡Qué demonios pasa señores! - el chico dio vueltas desesperado llevándose las manos a la cabeza -. ¡Oh!, qué dolor de cabeza.

- Relájate joven, has de reposar un poco. Después veremos todo más claro y llegaremos a una conclusión sobre lo que ha pasado. No te preocupes.

- ¡Que me relaje!, verlo más claro. Pero de qué está hablando. Esa bestia venía hacia nosotros y le alcanzó a usted. ¡Por todas las tormentas!, ¡yo vi cómo se lo comía!. Oh, no, qué es esto...

- Yona siéntate, tienes que dejar de angustiarte, ven aquí a mi lado.

- Sí Yona, olvídate de todo ahora. Sólo siéntate y descansa un poco - se sumó preocupado el pequeño Pito.

- ¿Que me olvide de todo?, ¿acaso es una broma? - replicó Yona excitado. Todo le daba vueltas y no podía pensar con lúcidez. Se estaba mareando y perdía la estabilidad de sus cuerpo.

- Espera, Yona, tranquilo.

- Dejadme en paz, ¿qué es esto?

- ¡Yona!. ¡Ayudadme chicos!.

  El chaval cayó desplomado inconsciente. No tuvo tiempo ni de intuir la trayectoria de la caída y el golpe en la sien fue muy fuerte. De no ser por la hierba las consecuencias habrían  sido mayores. 

  ...continuará