miércoles, 17 de diciembre de 2014

Ayer por la mañana, martes 16 de diciembre, se celebró la Gala de premios I Play Station Awards España. Una fecha para recordar, sin duda, para todos los que hemos formado parte de este proyecto maravilloso. DogChild The Game se llevó el primer premio (mejor juego del año) y estuvo, además, nominado para otros 3 más. La experiencia fue brutal!!! Menudo equipo de cracks al que nos hemos arrimao!!




Además de dar las gracias al jurado y al equipo de organización, así como a todos los nominados y presentes en el acto, queremos, desde soNido de Ideas, reconocer y agradecer este premio a una persona muy especial. Desde que concibiera la idea de DogChild en su cabeza hasta que ha podido llevar a cabo el proyecto han sido, que yo sepa, 2 años y medio de duro trabajo, largo sufrimiento, vastos sacrificios y mucha, mucha, mucha ilusión y empuje para continuar adelante y llegar a cumplir un sueño. Ese sueño se hacía realidad ayer a eso de las 13:20 h en la Fundación Rafael del Pino (Madrid) y, de verdad, lo merecía. Por su entrega, por su buen rollo y buen hacer, por su humildad, por su genialidad y creatividad y por la ilusión y energía que transmite a quien está cerca. Es un ejemplo a seguir por todos en un tiempo en el que mantenemos reprimidos nuestros anhelos y nuestras esperanzas por miedo a... ¿a qué?: a arriesgar, a qué dirán, a no llegar, a sacrificar, a renunciar e incluso miedo a conseguir lo esperado. Miedo, miedo, miedo. Todo lo demás son excusas.
Basta ya!!! acaso hay que aceptar eso de que unos han nacido para ser neurona y otros para ser pelo de culo? Cada uno sabrá responderse. Yo, desde luego, me limito a tomar nota y ejemplo de lo mejor que hay a mi alrededor. Y eso es suficiente.

Gracias por dejarnos formar parte de esto, gracias. Un abrazo Darío Ávalos






lunes, 29 de septiembre de 2014

EL PEQUEÑO YONA Y EL BOSQUE DE QUÉ HARÍAS TÚ SI...

Parte 4

  Pom, pom...pom,pom...
  Vista nublada, tacto ausente. No había olor ni gusto en el ambiente. Solo el latido acompasado de su corazón. De menos a más, acompañándolo en su vuelta a la escena. Pom, pom...pom, pom... 
  De nuevo la voz del roedor irrumpía en su letargo:
- ¡Yona!, ¿qué tal te encuentras?, ¿me oyes ahora verdad?. Chicos creo que está recobrando la conciencia.

  Ya no distinguía lo que había sido sueño, realidad o ficción en las últimas horas. Quizá aquella bestia había sido producto de su imaginación, la verdad era que no distinguía entre lo ocurrido antes o después. Estaba tan confuso que no tenía fuerzas ni voluntad para tratar de razonar lo que estaba viviendo. De forma automática abrió los ojos, sabiendo que vería a sus tres amigos enfrente, preocupados y esperado escucharle un: estoy bien.  

- ¿Jaro, eres tú? - preguntó Yona
- Ah, veo que estás bien chico. Reconoces a este otro joven entonces. Nos tenías con el corazón en un puño - intervino Añarasum.
- ¿Cuánto tiempo llevo desmallado, dormido o...no sé?
- Tranquilo Yona, no te ha pasado nada grave. Te diste un golpecito en la cabeza, te saldrá un chichonazo que ya verás, jejej - tranquilizó a Yona el otro chico.
- ¿Qué demonios haces tú aquí Jaro?, no decías que no entrarías en el bosque nunca. Te acordarás de la cantidad de veces que me has dicho eso. Bueno, total qué más da. Me alegro de verte. ¿Has visto a mi madre  esta tarde?, estará cabreada. Me va a caer una buena.
- ¿Cómo dices?, ¿de qué bosque hablas Yona?. Chicos ayudadme a levantarlo - dijo extrañado Jaro.

  Yona miró a su alrededor. Ni rastro de los árboles, arbustos, lago, hierva. Estaba en el patio de la escuela. Esos muros eran inconfundibles. Casi podía leer desde esa posición su firma labrada con el compás en el hormigón a unos diez metros de él, junto a la puerta de acceso al gimnasio. Su confusión era tal que no pudo articular palabra. Tan sólo paseó la mirada, dolida por un extraño brillo más propio de una luz artificial, digiriendo lo que estaba pasando. Todos sus compañeros de clase estaban presentes, rodeándolo y haciendo bruscos movimientos jactándose de risa y señalándolo. Lo verdaderamente extraño era que no podía oír sus risas ni sus palabras. Sólo veía sus cuerpos, sus expresiones. Le hacían sentir un ridículo monumental, pero no hacía nada por evitarlo. Sentía un extraño magnetismo visual hacia la cara de sus espectadores. Iban pasando por sus retinas de forma relentizada y detallada, con una clara intención de ofenderle y ridiculizarle. Parecían multiplicarse en número y ya no podía ver nada mas allá de aquellos rostros. Estaba absolutamente rodeado de compañeros que se jactaban en silencio de él. Podía ver a Sebas, su compañero de laboratorio los martes, enfrente de él, señalando con el dedo su posición y con una mueca forzada en su boca que evidenciaba una carcajada tal que podía llegar a desencajarle la mandíbula. Lo curioso es que podía ver a su amigo también tres o cuatro filas de personas más atrás. Y también a su derecha e izquierda. Se repetía su imagen por todas partes, y lo mismo pasaba con Tesio, Jorge, Raco, etc...
  La escena era muy confusa para Yona, seguía sin poder decir una palabra. Un estado de ansiedad crítico fue apoderándose de sus pensamientos. Aquellas figuras parecían aumentar su tamaño cada vez más, llenando todo el espacio, cruzándose en su mirada en cualquier dirección. Volvían los dolores de cabeza. Sus pensamientos giraban como una turbina difuminando toda claridad de formas y perfiles. Tuvo un momento de lucidez en esa niebla de sensaciones y se dio cuenta de que esos dedos y rostros impostores no le señalaban directamente. No le seguían en sus movimientos de cabeza ni parecían reaccionar a su sorpresa ni preocupación. Lejos de tranquilizarle, aquello le sobresaltó aún más y se retiró unos metros a rastras hacia atrás. Se echó las manos a la cabeza y frotó con empeño su cara antes de volver a mirar a su alrededor. Cuando levantó la vista confirmó sus sospechas. Nadie le señalaba directamente ahora. Seguían obcecados mirando, riendo y apuntando con el dedo hacia su anterior posición. Yona parecía ausente en aquella escena. Eran dos relatos distintos que se encontraban en el espacio y no el tiempo. Lo extraño es que esa sensación de sentirse señalado, culpado, sometido, ridiculizado, le era muy familiar y sentía que había parte de él que seguía en ese centro de las miradas. Lo que estaba pasando sobrepasaba toda capacidad de razonamiento y ahora estaba a merced de una sensación tremenda de ignorancia y desconcierto. Un vacío tal que le impulsaba a empezar de cero, a reescribir sus creencias y meditaciones. Algo o alguien parecía estar guiándole en ese laberinto de fantasía y confusión. Más allá de todas las irrealidades que estaba percibiendo había algo, una extraña convicción de que aquello estaba sucediendo por alguna razón concreta, que le ayudaría a resolver el rompecabezas que se había planteado en su cabeza.
  De repente vio algo que le sacó de sus reflexiones. Había una persona caminando entre sus compañeros con el paso y la mirada fijos en una dirección contraria al resto de los presentes. No podía ver su cara pero sí reconocía una larga melena castaña que reposaba sobre su espalda, siendo evidente que se trataba de una mujer. Sin duda sabía quién podía ser. Se levantó y empezó a caminar hacia ella. Ahora percibía también unos andares demasiado familiares. No hacía falta ver más, era su madre. El chico apretó el paso, empujando a sus compañeros que parecían atrapados en una realidad anterior y seguían riendo y señalando el lugar donde había estado él tumbado. La figura femenina parecía alejarse cada vez más entre la multitud. Gritó su nombre mientras luchaba por abrirse paso entre aquellas esculturas animadas. Recriminó su cruda indiferencia.

- ¡Mamá!, por qué no me respondes. ¡Para por favor!. ¡Mamá!.

  Cuando ella estaba apunto de doblar la esquina giró su cabeza hacia el chico, quien se quedó paralizado al ver quién era. El pelo, la forma, los movimientos al andar, todo le recordaba a su madre, sin embargo la cara no era la de ella sino la de su padre. Esto terminó por confundirle del todo. Qué demonios estaba sucediendo. Volvió a achacar todo a un sueño, pero era demasiado evidente y real lo que estaba viviendo. Seguía invadiéndole esa sensación de que llegaría a comprender todo aquello, de que estaba yendo por el camino correcto a pesar de todo aquel mar de dudas e ideas distorsionadas. Siguió caminando hacia el ente que mezclaba rasgos de su madre y su padre. Éste se adentró en un portón grande, metálico y bastante descuidado. Aquella no coincidía con ninguna de las puertas que daban al patio del colegio, donde se suponía que se encontraba Yona. El escenario había cambiado y todo era sombrío en su entorno. Habían desaparecido sus compañeros a su espalda. Parecía no haber ocurrido nada de lo vivido instantes antes. Había un camino de tierra que partía desde el portón y se perdía en el horizonte en la dirección de la que venía el chico. Dos figuras se reconocían caminando hacia él desde la lejanía, una de tamaño normal y otra extremadamente bajita. La segunda era Añarasum, sin duda. La otra era un hombre vestido con bata blanca, desconocido para Yona, de la edad de su padre más o menos. Había algo en él que le atraía. Al mirarle sentía alivio, parecía ser portador de las respuestas que andaba buscando. Cuando llegaron a su altura el hombre sonrió ligeramente y le miró de una forma muy cómplice. Tanto es así que pudo reconocerle con ese gesto. No conocía nada de ese hombre pero sabía que podía confiar en él. 

- Hola Yona, nos ha costado mucho llegar hasta aquí, el camino ha sido largo.

... continuará


miércoles, 16 de abril de 2014

  La semana pasada tuve el gusto de asistir en esta grabación a Manolo Gama de Taller de Ruidos. Un experiencia sin precedentes para mí, aprendiendo in situ de un maestro de esto del sonido y disfrutando de un instrumental de grabación exquisito que atesora este señor, con Neumann U67 a la cabeza (alguno de ellos, y digo bien con alguno de ellos porque atesora varios, originales Telefunken).
  No hizo falta más que mirar para aprender algunos truquillos (absolutamente caseros además, lo cual me gustó más) y recursos para optimizar una grabación que, a priori, pintaba horrible por las condiciones de la sala y demás factores.
  Muchas gracias y un placer.




















  
  Muchas gracias al maestro Manolo Gama por darme la oportunidad de echarle un cable. Hace un par de semanas, antes de esto del Colegio Senara, le pedí insistentemente poder asistir a una de sus grabaciones. Accedió encantado y a los 2 días estaba en Avenida de América madrugado y listo para una mañana de mirar, escuchar y callar. La sorpresa es que me encontré en casa de una eminencia clavecinista: María Teresa Chenlo. Y disfruté de un momento mágico para mí, habitual para Manolo y para María Teresa, escuchando un instrumento que tenía un año más que yo de vida y sonaba como los ángeles, no digamos a través de los U67 que portaba el maestro.
  Nunca podré agradecer bastante estos momentos. Gracias amigo.

lunes, 7 de abril de 2014

DORMIDO

Me ha pasado:...
verte en tiempos de otro sentido.
Y no doy crédito a lo que veo,
tenerte cerca y lejos a la vez,
lazos de desesperanza decorando el encuentro.

Si hubiera sido capaz de imaginar lo que podía ocurrir
de ningún modo hubiera dejado pasar el tiempo,
de ningún modo hubiera dejado de sentir tus labios,
y tu risa, y tus lamentos e insomnios justificados.
Ahora sólo perdóname y déjame demostrarte que puedo ser quien quieres que sea,
aunque no sea eso lo que quieres realmente.

No es fácil demostrar todo aquello que pensamos,
sobre todo para quienes atisban un final cercano y profano.
En la inmensidad del odio radica el siervo del destino.
Venzamos pues la ira de la voluntad y cosagremos nuestra promesa de un futuro mejor...
Una promesa perdida, sí, pero en espera de un rencuentro capaz de remontar los vientos que acostumbran a devolver a puerto los barcos que se echan a la mar,
una promesa de vida.


SENTIDA

¡Qué casualidad!,
he vuelto a retomar la tinta en tiempos de gloria.
Tu vida me da asco y me encuetras herida, sentida,
dolida y mustia.
Tan sólo podrías hacer mella en mi alma mordiendo mis labios,
tomando mi pluma.

¿Sabrías dar forma a mi vida, a mi carma?.
En lugar de eso tratas de abrir la herida.
Si no más pudieras hacerme tu amiga,
conformaríame yo en mi puesta de novia.

¡Y qué día!,
qué noria,
que ingesta de euforia.
Si vuelvo a ser libre de pensar en prosa
quizá te describa mis versos a solas.

¡Qué verdad!,
qué mentira,
que viento me asola.
Ya no te diría cuánto me dolía 
y cuánto me sonroja.

Te pido y me despido:
quiero ser tu futuro y tu duda,
tu vida en piel y en alma mientras viva.

Y deja que te diga,
y espero que me digas.


SOMOS

Que tengamos o no tengamos una razón de peso,
no es por miedo que no quiera oírla,
es por suerte que no incida en nosotros la duda.
Qué mejor futuro me augura, y espero que te augure, en esta nuestra vida.

Hay cosas que no se pueden describir
y esta es una de ellas.
El amor que me has dado, que nos hemos dado, no es...no es fácil, no.
Es difícil, es muy difícil de explicar. Las imágenes me ciegan y rompo a llorar.

No te oiría una excusa, de no ser por mi arrogancia,
no te haría yo maldita en tu falsa ignorancia.
Si no te diera costancia de una cruel rebeldía...

Amor en fruto y dolor
de una triste noticia.
Sabor de nuestro recuerdo
y fuertes lazos de ilusión y sueños de alegría.

10 años felices en nuestra historia.

martes, 11 de marzo de 2014

Rubor del alba,
reflejo del sí no de tu destino.
Ensimismado tesoro ajeno
que cubre con suave tejido
los frutos del esfuerzo.

Recta es tu figura
que describe en la altura
los ecos del silencio.

Rectos tus vuelos de exhibición,
franco tu desdén.

Quizá en esta tarde apacible
pueda ver, pasado el invierno,
distracciones del reencuentro. 

jueves, 13 de febrero de 2014

EL PEQUEÑO YONA Y EL BOSQUE DE QUÉ HARÍAS SI...

PARTE 3

...¡oh no!, maestro, vamos, escondámonos en las rocas, ¡es él! - gritaron Zinrodoc y Pito casi al unísono.
- Pero ¿qúe pasa?, ¿quién es él? - preguntó Yona al tiempo que emprendía la carrera junto al resto de acompañantes hacia un gran bloque de piedras que había a unos cien metros -. ¿Qué son esos ruídos, son pisadas?, ¿parecen pisadas?. Pero...¡de algo muy grande!. ¡Tiembla el suelo!. ¿Qué es eso señor Añarasum...
- ¡Corre Yona!, no mires atrás. ¡Solo ponte a salvo! - voceó el viejo Añarasum entre jadeos por la falta de aire durante la carrera.

  Yona corrió cuanto pudo hasta llegar a las rocas. Sin duda los gritos de Añarasum y el vuelo despavorido de sus amigos le habían alertado sobremanera, de tal forma que olvidó prácticamente la seguridad del resto hasta que creyó estar a salvo. Entonces se dio cuenta de que los otros no habían llegado. El ruido de pisadas era mucho mayor y cada vez más próximo. Intentando recuperar el ritmo de respiración, hiperventilando hasta casi marearse, se volvió hacia el camino recorrido.

- ¡ No!. ¡Corra señor Añarasum!, ¡corra! - gritó Yona histérico ante lo que estaba viendo -. ¡Está alcanzándolo, corra!.

  Lo que venía corriendo hacia él, a punto de dar caza a su viejo y reciente amigo, era una criatura gigantesca humanoide que hacía unos movimientos terroríficos agachando la cabeza y ladeando su cuerpo al tiempo que corría. Entre la emoción y el desconcierto del momento fue capaz de apreciar un tremendo parecido entre esa bestia y un trol de peluche que tenía desde hacía años. Antes de que Yona pudiera reaccionar, el coloso se puso a la altura de Añarasum y lo volteo con su tremenda mano hasta que el viejo roedor quedó tumbado a merced de aquel monstruo. Sin vacilar ni un instante, aquel engendro tomó el pequeño cuerpo con dos de sus deformes y enormes dedos y se llevó su presa hasta la boca, devorándolo sin piedad.

-¡No!, ¡Añarasum!, ¡dios! - balbuceo entre gritos y sollozos el chico.

  La horrible criatura se percató de su presencia por los gritos de terror y llantos y se puso en marcha hacia él. Yona pudo distinguir como se relamía los labios ensangrentados antes de darse la vuelta y empezar a correr como nunca antes lo había hecho. Tremendos escalofríos recorrían su columna vertebral. El nivel de excitación era tal que sus músculos y articulaciones estaban funcionando con una sincronía mecánica casi perfecta y más bien parecía que volara y no que corriera, ligero y potente. Corrió y corrió hasta que llegó a un pequeño claro florecido y regido por un bello y ovalado lago que interrumpió su concentración y empeño en la huída. Detuvo entonces el paso para mirar atrás con la esperanza de no encontrarse con el depredador acechando aún. En efecto, no había ni rastro de la bestia. Ni siquiera las vibraciones de las pisadas de aquel ogro gigante se podían apreciar ya. Así que Yona se detuvo e inclinó su cuerpo hacia adelante, apoyando sus manos en las rodillas, para poder respirar y recuperarse del trance. Sin apenas claridad de ideas, a causa del excesivo bombeo sanguíneo desatado en su cerebro, tuvo la visión del trol devorando a su amigo y rompió a llorar mientras se dejaba caer hasta el suelo, recostando su cara en la hierva y sembrando de lágrimas aquella tierra incierta. Ahora se acordaba de las advertencias de sus padres y de las terribles vivencias contadas sobre aquel lugar. ¿Por qué Añarasum y los demás se habían extrañado tanto cuando les habló de seres monstruosos que se decía habitaban en el bosque?, casi haciéndole parecer un cándido crédulo por atender a esas bobadas. Desde luego ellos conocían de la existencia de la bestia porque le habían alertado a él al oír los pasos.
  Cayó en la cuenta de que no solo había perdido a su amigo roedor. Los dos entrañables pajaritos tampoco habían dado señales después de lo ocurrido. Le invadieron nuevamente sentimientos de tristeza de pensar en un fatal final también para ellos y no pudo sacar fuerzas para levantarse y pensar en qué hacer para salir de allí y volver a casa lo antes posible.  Los lamentos empezaron a nublar sus pensamientos y su vista se fue apagando. Estaba teniendo una sensación extraña y placentera a la vez. Nada parecía importar de repente, sus preocupaciones se difuminaban en el olvido y una deliciosa sensación de relajación le invadió, hasta tal punto que creyó estar levitando en el aire, bueno más bien en el espacio, porque no parecía tener el tacto del aire ni de nada, tan sólo podía apreciar la inmensidad del vacío. Podía ver su cuerpo desde fuera, como espectador de la realidad, algo realmente extraño y familiar a la vez. Después de eso perdió el conocimiento y entró en un túnel vertiginoso repleto de sueños y escenarios confusos, mezclando sus traumas recientes con situaciones familiares, extraños seres uniformados con batas blancas, enormes salas frías y desoladas que de repente aparecían repletas de gente moribunda que le atormentaban, y un sin fin de irrealidades terroríficas.

-Oye, Yona, ¿Estás bien?, respóndeme - alguien abofeteaba sensiblemente su cara para reanimarlo -. No sé, chicos, creo que no despierta. ¿Qué opináis?.

  Yona entre abrió los ojos y percibió una pequeña silueta junto a él. Al fin pudo ver con claridad y reconoció, o creyó reconocer, a Añarasum, la pequeña musaraña que había visto morir hacía...no sabía cuánto tiempo porque tenía la sensación de haber dormido una eternidad. Se sobresaltó y se puso de rodillas primero y de pié de un salto después.

- ¡Añarasum!, ¿eres tú? - preguntó Yona. Sus dudas se despejaron al ver a los dos alados revoloteando ahora alrededor suya -. ¿Y vosotros?...

- Tranquilo Yona, has tenido una extraña reacción al ver quién venía y has perdido el conocimiento. Ahora descansa un poco y reponte del lance - aconsejó el sabio Maestro.

- Pero, ¿qué dice señor?, ¿cómo que una extraña reacción?...¿y qué pasa con ese monstruo?, pero ...si tú estás m... ¡Qué demonios pasa señores! - el chico dio vueltas desesperado llevándose las manos a la cabeza -. ¡Oh!, qué dolor de cabeza.

- Relájate joven, has de reposar un poco. Después veremos todo más claro y llegaremos a una conclusión sobre lo que ha pasado. No te preocupes.

- ¡Que me relaje!, verlo más claro. Pero de qué está hablando. Esa bestia venía hacia nosotros y le alcanzó a usted. ¡Por todas las tormentas!, ¡yo vi cómo se lo comía!. Oh, no, qué es esto...

- Yona siéntate, tienes que dejar de angustiarte, ven aquí a mi lado.

- Sí Yona, olvídate de todo ahora. Sólo siéntate y descansa un poco - se sumó preocupado el pequeño Pito.

- ¿Que me olvide de todo?, ¿acaso es una broma? - replicó Yona excitado. Todo le daba vueltas y no podía pensar con lúcidez. Se estaba mareando y perdía la estabilidad de sus cuerpo.

- Espera, Yona, tranquilo.

- Dejadme en paz, ¿qué es esto?

- ¡Yona!. ¡Ayudadme chicos!.

  El chaval cayó desplomado inconsciente. No tuvo tiempo ni de intuir la trayectoria de la caída y el golpe en la sien fue muy fuerte. De no ser por la hierba las consecuencias habrían  sido mayores. 

  ...continuará